Actividad
voluntaria
En uno de los documentos complementarios de bloque 4 de la
asignatura, aparece un documento titulado “Importancia de la puntuación”. En este
documento aparecen dos textos, el primero es éste:
“EL TESTAMENTO
Se cuenta que un señor, por ignorancia o malicia, dejó al
morir el siguiente testamento sin signos de puntuación: «Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás
se pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo
dicho es mi deseo». El juez encargado de resolver el testamento reunió a
los posibles herederos, es decir, al sobrino Juan, al hermano Luis, al sastre y
a los jesuitas y les entregó una copia del confuso testamento con objeto de que
le ayudaran a resolver el dilema. Al día siguiente cada heredero aportó al juez
una copia del testamento con signos de puntuación.
- Juan, el sobrino:
«Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
«Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
- Luis, el hermano:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis!. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis!. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
- El sastre:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
- Los jesuitas:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo».
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo».
- El juez todavía pudo añadir otra interpretación:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Así que el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar heredero, tomó la siguiente decisión:
«... por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez me incauto de ella en nombre del Estado y sin más que tratar queda terminado el asunto».”
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Así que el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar heredero, tomó la siguiente decisión:
«... por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez me incauto de ella en nombre del Estado y sin más que tratar queda terminado el asunto».”
El segundo texto que aparece en el documento es éste:
“LA ELECCIÓN
(Citado por
Roberto Vilches Acuña en "Curiosidades literarias y malabarismos de la
lengua". Editorial Nascimiento. Santiago de Chile, 1955)
Tres hermanas casaderas, Soledad,
Julia e Irene, conocieron a un joven y apuesto caballero, licenciado en letras
y las tres se enamoraron de él. Pero el caballero no se atrevía a decir de cuál
de las tres hermanas estaba enamorado. Como no se declaraba a ninguna, las tres
hermanas le rogaron que dijera claramente a cuál de las tres amaba. El joven
caballero escribió en un poema sus sentimientos, aunque "olvidó"
consignar los signos de puntuación, y pidió a las tres hermanas que cada una de
ellas añadiese los signos de puntuación que considerase oportunos. La décima
era la siguiente:
TRES BELLAS, ¡QUÉ BELLAS SON!
Tres bellas que bellas son
me han exigido las tres
que diga de ellas cual es
la que ama mi corazón
si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad
me han exigido las tres
que diga de ellas cual es
la que ama mi corazón
si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad
Soledad
leyó la carta:
Tres bellas, ¡qué bellas son!, me han exigido las tres que diga de ellas cuál es la que ama mi corazón. Si obedecer es razón, digo que amo a Soledad; no a Julia, cuya bondad persona humana no tiene; no aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad. |
Julia
en cambio:
Tres bellas, ¡qué bellas son!, me han exigido las tres que diga de ellas cuál es la que ama mi corazón. Si obedecer es razón, ¿Digo que amo a Soledad? No. A Julia, cuya bondad persona humana no tiene. No aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad. |
Leyó
Irene:
Tres bellas, ¡qué bellas son!, me han exigido las tres que diga de ellas cuál es la que ama mi corazón. Si obedecer es razón, ¿Digo que amo a Soledad? No. ¿A Julia, cuya bondad persona humana no tiene? No. Aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad. |
Así pues persistía la duda, por lo
que tuvieron que rogar de nuevo al joven que les desvelara quién era la dueña
de su corazón. Cuando recibieron de nuevo el poema del caballero con los signos
de puntuación las tres se sorprendieron:
Tres bellas, ¡qué bellas son!,
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
¿Digo que amo a Soledad?
No. ¿A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene?
No. ¿Aspira mi amor a Irene?
¡Qué!... ¡No!... Es poca su beldad.”
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
¿Digo que amo a Soledad?
No. ¿A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene?
No. ¿Aspira mi amor a Irene?
¡Qué!... ¡No!... Es poca su beldad.”
Estos dos textos dan a entender la
importancia de los signos de puntuación. Creo que es muy importante enseñarles
a los niños esto, pues si no se ponen correctamente se puede entender de otra
forma totalmente distinta a la que la persona que lo escriba quería. Si no se
tiene una buena ortografía no se entenderá lo que se quiere expresar, por lo
que no solo es importante saber escribir con una letra legible, sino también saber
usar bien las mayúsculas, los guiones, los signos de puntuación, etc., es decir,
todo lo que abarca la ortografía.
Creo que estos dos textos son
ejemplos que se podrían enseñar a los niños porque así ellos mismos verán cómo
se entienden los textos si se ponen los signos de puntuación en un lugar o en
otro, además de ser dos textos divertidos.
:) Anotado.
ResponderEliminar